Los reporteros de los periódicos y los escritores técnicos están entrenados para no revelar en lo posible nada acerca de sí mismos en lo que escriben. Esto los hace fenómenos en el mundo de los escritores, dado que los otros desastres manchados de tinta de ese mundo revelan bastante acerca de sí mismos a los lectores. A estas revelaciones, accidentales e intencionales, las llamamos los elementos de estilo.
Estas revelaciones nos dicen a los lectores con qué clase de persona estamos gastando el tiempo. ¿Suena el escritor como un ignorante o como alguien informado, es estúpido o brillante, torcido u honesto, sin humor o gracioso? Y así sigue.
¿Por qué deberías examinar tu estilo de escritura con la idea de mejorarlo? Hazlo como una señal de respeto para tus lectores, sea lo que estés escribiendo. Si garabateas tus pensamientos de cualquier manera, tus lectores seguro sentirán que no te interesas para nada por ellos. Te señalarán como un ególatra o un estrecho –o, peor aún, dejarán de leerte.
La revelación más condenatoria que puedas hacer acerca de ti mismo es que no sepas qué es interesante y qué no lo es. ¿No te gustan o rechazas a los escritores ante todo por lo que escogen mostrarte o por lo que te hacen pensar? ¿Alguna vez admiraste a un escritor cabeza hueca por su maestría con el lenguaje? No.
Así que tú propio estilo ganador debe empezar con ideas en tu cabeza.
1. Encuentra un tema que te importe.
Encuentra un tema que te importe y sobre el cual sientas en tu corazón que debe importarle a otros. Es este interés genuino, no tus juegos con el lenguaje, el que será el elemento más seductor y atractivo de tu estilo.
De todas maneras no te estoy empujando a escribir una novela -aunque no lamentaría que escribieras una, siempre y cuando genuinamente te interesaras por algo-. Una petición al alcalde acerca de un hueco en la calle en frente de tu casa o una carta de amor a la muchacha de la casa de al lado también pueden funcionar.
2. Sin embargo, no divagues.
No divagaré en torno a este punto.
3. Se simple.
Sobre tu uso del lenguaje: recuerda que dos grandes maestros del lenguaje, William Shakespeare y James Joyce, escribieron frases que eran casi infantiles cuando sus temas eran los más profundos. “¿Ser o no ser?”, pregunta el Hamlet de Shakespeare. La palabra más larga tiene tres letras. Joyce, cuando estaba juguetón, podía unir una frase tan intricada y brillante como un collar para Cleopatra, pero mi frase favorita de su cuento “Eveline” es esta: “Ella estaba cansada”. Otras palabras no podrían romper el corazón del lector en ese punto de la narración como estas tres lo hacen.
La simplicidad en el lenguaje no es sólo elegante sino quizás incluso sagrada. La Biblia empieza con una frase que bien podría estar entre las habilidades de escritura de alguien de catorce años: “En el comienzo, Dios creó el cielo y la tierra”.
4. Ten valor para cortar
Podría ser que también seas capaz de hacer collares para Cleopatra, por decir algo. Pero tu elocuencia debe servir a las ideas en tu cabeza. Tu regla podría ser esta: si una frase, sin importar cuán excelente sea, no ilumina tu tema de una manera nueva y útil, bórrala.
5. Suena como hablas
El estilo de escritura que es más natural para ti debería sonar al lenguaje que escuchaste cuando eras niño. El inglés fue la tercera lengua de Conrad, y mucho de lo que suena particular de su uso del inglés fue sin duda coloreado por su primera lengua que era el polaco. Y es en verdad afortunado el escritor que se haya criado en Irlanda porque el inglés que allá se habla es tan musical y divertido. Yo crecí en Indianápolis, donde el lenguaje común suena como una sierra eléctrica cortando aluminio galvanizado, además de utilizar un vocabulario tan poco ornamental como los gritos de un mico.
En algunos de los lugares más remotos de Appalachia, los niños todavía crecen oyendo canciones y alocuciones isabelinas. Sí, y muchos norteamericanos crecen escuchando otras lenguas que no son el inglés, o un dialecto del inglés que la mayoría de norteamericanos no pueden entender.
Toda esta variedad de voces es hermosa, al igual que son hermosas las variedades de mariposas. Sin importar cuál sea tu primera lengua, debes atesorarla toda tu vida. Si no es inglés estándar y se nota cuando escribes en inglés, el resultado es usualmente muy agradable, como una muchacha hermosa con un ojo verde y otro azul.
En mi caso me parece que confío más en mi escritura (y los demás parecen hacerlo también) cuando sueno como una persona de Indianápolis, que es lo que soy. ¿Qué alternativa tengo? La que ha sido recomendada con mayor vehemencia por los profesores: escribir como los ingleses cultos de hace más de un siglo.
6. Di lo que quieres decir
Antes solía exasperarme con esos profesores, pero ya no. Ahora entiendo que todos esos ensayos e historias antiguas con las que debía comparar mi propio trabajo, no eran grandes por su antigüedad o por ser extranjeras, sino porque decían precisamente lo que los autores querían que dijeran. Mis profesores querían que yo escribiera con precisión, que siempre escogiera las palabras más efectivas, y que estas palabras se relacionaran entre ellas sin ambigüedad, rígidamente, como las partes de una máquina. Los profesores, después de todo, no querían convertirme en un inglés de hace un siglo. Esperaban que me volviera comprensible –y de esta manera comprendido. Y ahí se fue mi sueño de hacer con las palabras lo que Pablo Picasso hizo con la pintura, o lo que cualquier número de ídolos del jazz hicieron con la música. Si rompía todas las reglas de puntuación, si hacía que las palabras significaran lo que yo quisiera y las unía sin ton ni son, simplemente no sería entendido. Entonces evita también la escritura a lo Picasso o a lo jazz si tienes algo que valga la pena decir y quieres que sea comprendido.
Los lectores quieren que nuestras páginas se vean como las páginas que ya han visto antes. ¿Por qué? Porque ellos también tienen un duro trabajo por hacer y necesitan toda la ayuda que podamos darles.
7. Ten compasión de los lectores
Ellos tienen que identificar miles de marquitas en el papel y darles sentido de inmediato. Tienen que leer, un arte tan difícil que la mayoría de personas no llegan a dominarlo aún después de haberlo estudiado a lo largo de la primaria y del bachillerato –doce años largos.
Esta discusión, entonces, debe acreditar que nuestras opciones estilísticas como escritores no son ni glamorosas ni muchas, debido a que nuestros lectores tienden a ser artistas tan imperfectos. Nuestra audiencia requiere que seamos lectores pacientes y compasivos, siempre dispuestos a clarificar y simplificar, aún cuando nuestro deseo sea el de elevarnos por encima de las multitudes y cantar como los ruiseñores.
Esas son las malas noticias. Las buenas noticias son, que nosotros los norteamericanos, estamos gobernados bajo una constitución única, que nos permite escribir lo que queramos sin temor a ser castigados. Así que el aspecto más significativo de nuestros estilos, que es la escogencia del tema sobre el que queremos escribir, es completamente ilimitado.
En suma:
1. Encuentra un tema que te importe
2. Sin embargo, no divagues
3. Sé simple
4. Ten valor para cortar
5. Suena como hablas
6. Di lo que quieres decir
7. Ten compasión de los lectores