miércoles, 1 de septiembre de 2010

La piedra de luz azul

Cementerio nuclear de Goianía.

Ciudad de Goiania, Brasil, septiembre de 1987: dos juntapapeles encuentran un tubo de metal tirado en un terreno baldío. Lo rompen a martillazos, descubren una piedra de luz azul. La piedra mágica transpira luz, azulea el aire y da fulgor a todo lo que toca.

Los juntapapeles parten esa piedra de luz. Regalan los pedacitos a todos los vecinos. Quien se frota la piel, brilla en la noche. El pobrerío, súbitamente rico de luz, esta de fiesta.

Al día siguiente, los juntapapeles vomitan. Han comido mango con coco; ¿sera por eso? Pero todo el barrio vomito, y todos se hinchan y arden. La luz azul quema y devora y mata; se disemina llevada por el viento, la lluvia, las moscas y los pajaritos.

Fue una de la mayores catástrofes nucleares de la historia. Muchos murieron, y muchos mas quedaron por siempre jodidos. En aquel barrio de los suburbios de Goiania nadie sabia lo que significaba la palabra radioactividad, y nadie había odio hablar jamás del Cesio 137. Chernobyl resuena cada día en las orejas del mundo. De Goiania, nunca mas se supo. En 1992 Cuba recibió a los enfermos de Goiania, y les dio tratamiento medico gratuito. Tampoco este hecho tuvo la menor repercusión, a pesar que las fabricas universales de la opinión publica siempre están, como se sabe, muy preocupados por Cuba.

Un mes después de la tragedia, el jefe de la policía federal en Goias, declaró:

-La situación es absurda. No existe ningún responsable por el control de la radioactividad que se usa con fines medicinales.

Eduardo Galeano




EL ACCIDENTE DE GOIANIA
¿por qué hoy?

A 23 años, el accidente radiológico de Goiania tiene un significado muy especial hoy, además de por características propias, por ser un ejemplo de qué podría suceder en la eventualidad de que terroristas hicieran explotar una llamada " bomba sucia" algo que los expertos consideran muy probable y que, como aún no ha sucedido, el ejemplo de Goiania sirve para mostrarnos el eventual escenario en que nos encontraríamos, agravado porque en caso de atentado el lugar sería elegido ex profeso y por sus repercusiones políticas, además de las sanitarias, económicas y sociales .

Algunos accidentes pasados involucrando material radiactivo resaltan diferentes tipos de amenazas pasibles de ocurrir, desde una simple amenaza en el orden interno hasta el terrorismo internacional

El ejemplo del accidente de Goiania, hasta ahora el mayor accidente radiológico en la historia, es demostrativo de los efectos en la población:

En septiembre de 1987 ocurrió un accidente con un equipo de teleterapia de cesio 137 abandonado en las instalaciones que había ocupado el Instituto Goiano de Radioterapia (IGR) en la ciudad del mismo nombre, capital del Estado de Goiás, en Brasil.

El Instituto Goiano de Radioterapia era un instituto privado de radioterapia de propiedad de un consorcio médico. Las instalaciones para el tratamiento de pacientes de la clínica incluían salas de teleterapia con cesio 137 y cobalto 60.

Dicho Instituto había cumplido con los trámites correspondientes para la obtención de las licencias que habían sido otorgadas por el ente regulador (Comisión Nacional de Energía Nuclear: CNEN).

Sin embargo, a fines de 1985, ese instituto dejó de funcionar en esas instalaciones y se mudó a otras instalaciones nuevas. En tanto, la propiedad de los bienes de la clínica se discutía judicialmente, y la unidad de teleterapia de cobalto 60 fue trasladada a las nuevas instalaciones y la de teleterapia de cesio 137 fue abandonada en su lugar original por estar embargada.

La mayor parte de la clínica fue demolida al igual que propiedades adyacentes. Las salas de tratamiento no fueron demolidas pero estaban en estado ruinoso, abandonadas. El hecho no fue notificado a la autoridad licenciante - Comisión Nacional de Energía Nuclear: CNEN.

Personas extrañas penetraron en el local, y pensando que estaban ante algo valioso quitaron el portafuente del cabezal de irradiación del equipo, y lo llevaron a la casa de uno de ellos donde trataron de desarmarlo y la cápsula de la fuente se rompió.

Ello provocó que muchas personas recibieran altas dosis de radiación, causadas por la exposición a la radiación externa y contaminación interna. El destello azulado que emanaba de la fuente de cloruro de cesio radiactivo les hizo creer que se encontraban frente a un fenómeno maravilloso y la alta solubilidad del cloruro de cesio contribuyó a que se produjera una extensa contaminación de personas, viviendas y medio ambiente. Trozos de la fuente fueron distribuidos entre varios presentes, muchos de los cuales se los pasaron por el cuerpo. Los restos del portafuente fueron vendidos como material de desecho.

El accidente fue descubierto el 28 de setiembre de 1987.

Las consecuencias y repercusiones del accidente de Goiania fueron semejantes a las de un accidente nuclear.

Se identificaron y monitorearon alrededor de 120.000 personas, esto es el 10 % de la población de la ciudad, que a esos efectos fueron llevadas al Estadio Olímpico de la ciudad de Goiania.

Veinte personas requirieron tratamiento hospitalario. Algunos sufrieron contaminaciones internas y exposiciones a dosis extremas muy elevadas debido a la forma de manipular el polvo de cloruro de cesio, incluso frotándolo sobre la piel y comiendo con las manos contaminadas y por la vía de la contaminación de viviendas, muebles, y artefactos del hogar.

Cuatro de los irradiados más graves, entre ellos una niña, fallecieron en los días siguientes y veintiocho personas sufrieron quemaduras por radiación.

Las tareas se hacían más difíciles para el personal que trabajaba allí por las altas temperaturas de alrededor de 35 grados centígrados.

La descontaminación requirió la demolición de siete viviendas y varios edificios y la remoción de capas superiores del suelo de grandes zonas.

Se produjeron alrededor de 3.500 metros cúbicos de desechos radiactivos.

Todos los hechos así como el sensacionalismo y el pánico llevaron a actitudes de discriminación hacia los habitantes de la ciudad de Goiania así como hacia los productos provenientes del Estado de Goiás. Los problemas psicológicos también fueron de entidad.

La respuesta demandó seis meses.

Hoy la Fundación Leide das Neves lleva el nombre de la niña de 4 años que murió víctima de las radiaciones en el accidente




TARINGA INFORME URUGUAY

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