Eduardo Samán | Archivo
CARACAS.- Llegó impecablemente vestido, con saco de tweed y camisa blanca de algodón, a pesar de que minutos antes se había bajado de la moto que conduce entre el tráfico infernal de esta ciudad.
No le han quedado huellas del terrible choque contra un camión cava en la autopista regional del centro, que sufrió hace un par de años, mientras pensaba en los ardides de una empresa privada para burlar los controles del Indepabis, el organismo que presidía y que él llevó hasta el más alto sitial de la importancia pública.
“No se nota, pero tengo placas de titanio en la cara y 22 puntos de sutura en la rodilla izquierda, informa mientras se levanta sorpresivamente el pantalón para mostrar la evidencia.
Eduardo Samán, ex ministro del Poder Popular para el Comercio, está sereno y, no obstante, alerta. Sus polémicas declaraciones a una revista realmente clandestina, “Lucha de clases”, lo han posicionado de nuevo como uno de los referentes de la izquierda radical en Venezuela.
Y él, a todas luces, también está francamente orgulloso de ello.
-A usted lo califican como “el comunista vengador”. ¿Le molesta?
-Para nada. Lo de comunista, no, pero lo de vengador quizás. Fíjate una cosa: yo tengo conciencia de clase social. Y yo sé por qué me hiciste la pregunta, por lo que declaré de querer quebrar a la Polar. Por supuesto que sí, yo quiero quebrarla.
-¿Por qué le tiene tanta inquina a la empresa privada?
-Ahí está el error. Cuando hay clases sociales, estas tienen intereses opuestos. La Polar representa a la burguesía. Es uno de sus medios de producción. Pero la clase obrera tiene intereses opuestos a los de los dueños de la Polar. Cuando fui ministro, yo era el representante de la clase obrera. Yo, como gobierno, no me iba a poner a favor de la burguesía. Obligatoriamente tenía que estar en contra de ella. Obviamente, el trabajo de la Polar era no dejarse quebrar. He aquí la confrontación de clases sociales, donde una de las dos, clase obrera o burguesía, tenía que prevalecer.
-Pero prevalecieron los intereses de la burguesía porque la Polar sigue vivita y coleando y a usted lo sacaron del ministerio.
-Así es, pero como el juego no se termina hasta el último inning, hay un proceso que no depende de mí. El testigo puede tomarlo otro y puede venir otro Eduardo Samán a continuar la lucha. La confrontación no es personal entre la Polar y yo sino entre intereses de clase opuestos.
-Pero sucede que este inning entre la Polar y la clase obrera, ganado por esa empresa, lo decidió la intervención del presidente Chávez, a quien usted reconoce como revolucionario. ¿Cómo pudo ser eso?
-El presidente Chávez es el manáger y él controla una serie de variables que yo no controlo. Él controla la totalidad del juego y yo estaba sólo en una posición. Como en un juego de béisbol, la política es estrategia y el manáger consideró estratégica mi salida.
-Su animadversión hacia la Polar, que es ideológica, no la entiende nadie. ¿Por qué esa pelea contra una compañía que controla 70% de la alimentación del pueblo venezolano? ¿No es suicida? En última instancia, ¿no sufre el estómago del pueblo?
-No es un ensañamiento contra una compañía específica. Estamos hablando de la Polar por ser representativa de un oligopolio. Tú mismo dijiste que controla 70% de la producción y distribución de alimentos. Es una confrontación con el modelo de dominación capitalista. ¿Cuándo sufre el estómago de los venezolanos? Cuando tenemos que consumir, a un precio mayor, un aceite de maíz con esencia de ajo y cebolla porque el aceite que nos gusta no lo quiere producir la Polar porque es más barato y no ganaría lo que quisiera. Cuando nos obligan a consumir un arroz saborizado que cuesta tres veces más que el arroz blanco porque es mejor negocio el saborizado. Simplemente, la Polar -por ese dominio que tiene del mercado- es quien impone los patrones de consumo. Y, simplemente, yo luchaba contra eso.
-¿Pero no es suficiente obligar, como lo logró en la batalla por el arroz blanco a principios de 2009, a que una empresa produzca los bienes necesarios para la manutención de las mayorías? ¿Por qué expropiarlas?
-En el caso del arroz, no fue necesario expropiar. El abordaje del problema se hizo correctamente: se tomaron medidas comunicacionales, se habló con los trabajadores para obtener su aprobación, se distribuyeron directamente los productos al pueblo. Los empresarios del arroz, al ver que tenían perdida la batalla, capitularon. Si las condiciones hubiesen sido desfavorables para el gobierno, si los trabajadores hubiesen estado con la empresa y no con el gobierno, esta no hubiese capitulado y hubiesen logrado su objetivo de incrementar el precio del arroz. La regulación de precios es un instrumento de lucha de clases y ahí tiene que darse un forcejeo para que el precio final sea justo. ¿Cómo se ha fijado aquí el precio de un producto?.
Una empresa privada presenta una estructura de costos, la burocracia lo considera y lo aprueba o no. El problema es que la burocracia se pone en los zapatos del empresario. Y yo no lo quise hacer. A mí no me interesa si los dueños de una empresa quiebran o no. Yo no los represento a ellos. Si la empresa quiebra, ella misma se levantará de inmediato en manos de los trabajadores.
-Usted acaba de revelar su indiferencia por la quiebra de las empresas de la burguesía, pero ¿se pasea por el escenario de los trabajadores que pueden quedar desempleados?
-Acuérdate que yo te digo que si llegara a suceder, los trabajadores no se quedarían en la calle sino que pasarían a ser los propietarios de la empresa. Hablaste de “indiferencia”: esa indiferencia es tan cruel como la de la burguesía que exprime a los trabajadores hasta su quiebra física. “La Gaviota”, la enlatadora de sardinas en Cumaná que rescatamos, tenía más de 50 años operando, las máquinas estaban desgastadas y los trabajadores que tenían 30 años generándole ganancias a la empresa tenían hernias discales y problemas en la columna vertebral.
De la misma forma que habían exprimido a las máquinas, habían exprimido a sus trabajadores. Eso lo hizo el capitalismo, sin ninguna compasión.
-¿A qué atribuye las numerosísimas quejas del pueblo por su salida del Ministerio del Comercio? ¿Pudiera ser que haya una gran cantidad de venezolanos que aspiran a que la revolución bolivariana sea una revolución socialista de verdad y no de palabrería?
-Las numerosas quejas son porque la gente hacía un seguimiento de mi gestión. Y mi comunicación con el pueblo fue constante. Los buhoneros de Quinta Crespo podían entrar a cualquier hora en mi despacho, a las 9:00, a las 10:00 de la noche.
-¿Y usted estaba allí a esa hora?
-Yo trabajaba hasta las 3:00 de la madrugada.
- ¿Hay que redefinir la revolución bolivariana?
-Sí. A la gente le molestan las indefiniciones. Yo creo que si hay una definición por el socialismo radical, muchísima gente de los dos millones de pesuvistas que no fueron a votar, estarían contentos, porque un gobierno socialista de verdad acabaría con el burocratismo que nos está haciendo daño. Es importante crear dentro del Psuv una corriente radical. Es importante su creación para que capitalice el descontento hacia dentro del partido.
Es necesario devolverle la esperanza a la gente, que la gente perciba que realmente hay dirigentes a los que no les interesa el dinero, volverse ricos. Tengo ocho años manejando dineros públicos y no soy rico, todo lo he obtenido de mi salario. Y mi familia tampoco. No tengo hermanos con haras de caballos ni bancos. Y así como yo, hay mucha gente dentro del proceso que queremos de una vez por todas una patria. Esto es un sentimiento generalizado. Simplemente, yo me atrevo a exponerlo.
El comandante tiene que meditarlo y discutirlo y aceptar su existencia. En otras oportunidades, ha dicho que puede haber corrientes y corrienticas, pero todas deben ir en la misma dirección, no a contraflujo ni deben bifurcarse. No deben ser sectarias sino aferrarse al partido. Yo no la voy a encabezar porque aquí hay un comandante que es el que encabeza.
-¿Hubo el 26 de septiembre un voto castigo?
-No. Nuestra gente se inmovilizó porque se desmoralizaron, a causa de la propaganda opositora por casos como el de Pdval, por ejemplo. Estoy de acuerdo en que el gobierno debe trabajar más con la clase media pero no debe consensuar con la burguesía.
De perfil
- Para quienes se preguntan ¿qué es de la vida de Eduardo Samán?, la respuesta es: se encuentra a cargo de la sección de Economía de Vea.
- A la redacción del diario oficialista fue a dar luego de salir del Ministerio del Poder Popular para el Comercio, a cuya cabeza estuvo durante un año, desde 2009 hasta 2010.
- Antes de asumir la responsabilidad ministerial estuvo al frente del Instituto para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios (Indepabis). Fue su controvertido paso por esta institución el que lo convirtió en celebridad revolucionaria y le valió generosos elogios de parte del propio presidente Hugo Chávez.
- Al Indepabis llegó luego de ocupar la Dirección del Servicio Autónomo Nacional de Normalización, Calidad, Metrología y Reglamentos Técnicos (Sencamer) y la Dirección del Servicio Autónomo de Propiedad Intelectual (Sapi).
- Es farmacéutico, fue asesor en el Área de Medicamentos del Ministerio de Salud, así como de la Organización Panamericana de la Salud, y también ejerce la docencia, a tiempo convencional, en la Universidad Central de Venezuela.
” A mí no me interesa si los dueños de una empresa quiebran o no. Yo no los represento a ellos. Si la empresa quiebra, ella misma se levantará de inmediato en manos de los trabajadores”.
” No tengo hermanos con haras de caballos ni bancos. Y así como yo, hay mucha gente dentro del proceso, que queremos de una vez por todas una patria. Esto es un sentimiento generalizado”.