martes, 25 de noviembre de 2008

El país que yo quiero

Adrián G. Cottín Belloso

“La mujer que yo quiero no necesita bañarse cada noche en agua bendita”.

Esta primera estrofa de la canción de Serrat vino a mi memoria cuando me pregunté ¿Cómo es el país que yo quiero? Y comencé a contestarme: El país que yo quiero...

De inmediato me vino a la mente el recuerdo de esa hermosa balada de un revolucionario, Joan Manuel Serrat (http://www.jmserrat.com).

El país que yo quiero para que mis hijos sigan creciendo y nazcan mis nietos, es un país poblado de personas que se respeten a sí mismas y acepten las diferencias con los demás. Y para ello es mandatorio el respeto y la aceptación de sí mismos. Un país donde la gente sepa y aprenda a convivir con otros, en el respeto ciudadano que nos merecemos.

Ese respeto se traduce en la aceptación de que todos somos ciudadanos con los mismos deberes y derechos, y en que no podemos negarle a los demás los deberes y derechos que reflejan los derechos humanos; los derechos de los niños; los derechos de los que son diferentes a nosotros en algún aspecto de nuestra apariencia, condición social y económica, género, raza y etnia, credo religioso, credo político, cultura, y cualquier otra manifestación de diferencia.

Quiero un país donde mis hijos y los hijos de mis hijos crezcan en el respeto y la aceptación de sus personas, y que con ello puedan aprender a respetar y aceptar a los demás. Una sociedad de personas que disfrutan de las diferencias y que saben convivir con ellas, y apreciarlas por la riqueza que éstas le procuran al país y al mundo donde vivimos. Vivimos en un mundo de diversidad sin fin, donde las fronteras sólo son un mero capricho de quienes tienen temor a perder el poder. Un mundo transcultural que influye con su modo global, y que permite igual que seamos locales en nuestro vivir del modo que deseamos.

Quiero un país reflexivo, que viva en la aceptación de que somos un país maravilloso, pero responsable con los demás países que conviven con nosotros en este mundo multipolar. Un país que busque ser la mejor Venezuela que ha podido ser y que puede ser en el futuro, y no mejor que otro país, compitiendo en un afán de negación del otro que no lo lleva sino a la negación de sí mismo.

En mi país los padres y los maestros sugestionan positivamente a mis hijos y a los hijos de mis hijos, y les dicen siempre lo maravillosos que son y que pueden ser y serán. Los educan para que puedan mirarse al espejo con orgullo de cómo lucen, y miren su alma con amor de pan y tierra. Que les miren como fruta jugosa dispuesta a dar su néctar a favor de la patria.

La aceptación de sí mismos se da cuando existe respeto por ellos mismos y porque viven una vida plena, y su hacer es poderoso, y su aprendizaje no tiene fin. Y no se amargan la vida pretendiendo lo que es de otros, y no quieren dársela de lo que no son, ni con quien no es propio.

En el país que yo quiero la gente aprende el saber cotidiano, y se envuelve en el arrullo de un vivir literario de un mundo propio. En mi país, el que mis hijos y los hijos de mis hijos aprendan es quehacer de todos, y la educación le sirve a la persona humana, y no lo subyuga.

adrian.cottin@pcos-international.com

Fuente:
El Carabobeño

1 comentario:

Unknown dijo...

me encanta esta muy bien escrito, y tambien es lo quiero.