martes, 2 de diciembre de 2008

Chávez conoce el poder de las armas

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Chávez ya ha dado muestras de que está dispuesto a recurrir a las armas si fuera necesario.

Lea aquí el editorial de Libertad Digital:


Chávez no se quiere ir

La separación de poderes es un elemento clave para la estabilidad y el buen funcionamiento de cualquier democracia. En toda sociedad humana existe siempre un grupo de individuos que buscan dirigir al resto de una población que, obviamente, trata de resistirse. La democracia es un régimen bastante eficiente para canalizar tanto el deseo de dominación de unos como el de oposición de otros sin emplear la violencia: los que buscan el control pueden acceder a la presidencia de un país pero su actuación estará limitada por un Congreso, donde estará representada el resto de la población.

Es un sistema de checks and balances típicamente estadounidense que John Adams, el segundo presidente del país, justificaba con el siguiente ejemplo: "¿Cuál es la mejor forma de repartir un pastel entre dos niñas? Dándole a una el derecho a dividirlo y a la otra a decidir con qué porción quedarse".

Sin embargo, la parte orgánica de una Constitución (aquella donde queda recogido el diseño institucional) puede no ser suficiente para garantizar el régimen de libertades en una democracia. Abundan por todo el mundo ejemplos en los que el Ejecutivo logra imponerse sobre un legislativo poco representativo de la ciudadanía. En España, sin ir más lejos, el ciudadano elige de facto a un Ejecutivo que controla el Legislativo y, a través de él, al Judicial.

Otro ejemplo claro es Venezuela, donde el Gobierno de Chávez ha asumido en varias ocasiones poderes extraordinarios que deberían corresponder al Parlamento a través de las llamadas Leyes Habilitantes y ha puesto a la oposición bajo mordaza mediante el Reglamento Interno y de Debates. Todo ello gracias a la figura populista de Hugo Chávez que ha dinamitado casi todos los contrapesos de poder.


"Sería muy positivo para la regeneración institucional y democrática de Venezuela que en 2013, cuando concluye su segundo mandato, Chávez se retirara de la escena política...".

Sería muy positivo para la regeneración institucional y democrática de Venezuela que en 2013, cuando concluye su segundo mandato de seis años, el caudillo bolivariano se retirara de la escena política y, con él, buena parte de las ansias por terminar de convertir al país en una autocracia. El artículo 230 de la actual Constitución venezolana prescribe que el presidente sólo puede ser reelegido por un mandato, lo que obligaría a que Chávez dejara efectivamente el poder dentro de cuatro años.

Para evitarlo y consolidar su régimen, a lo largo de 2007 promovió una reforma constitucional en la que, entre otros cambios, se permitía la reelección indefinida del presidente. El 2 de diciembre, sin embargo, esa reforma fue sometida a referéndum y rechazada por el 50,7% de los votantes. En principio, Chávez decía adiós a su deseo de prorrogar sus años en el poder ya que el artículo 345 de la Constitución impide plantear dos reformas constitucionales durante el mismo mandato.

No obstante, los oficialistas nunca se han dado por vencidos. El propio Chávez matizó el día de su derrota que no se había podido sacar adelante la reforma "por ahora". Pocos días después, el diputado Carlos Escarrá avanzó que probablemente se intentaría reinterpretar el artículo 345 para que cupiera la posibilidad de que otros actores, distintos al presidente (la Asamblea Nacional o un 15% de los electores), pudieran presentar otra reforma constitucional durante el mismo mandato. Señalando que, además, estos intentos se plantearían después de las elecciones de alcaldes y de gobernadores de Estado de finales de 2008.

Pues bien, como una profecía autocumplida, Chávez ha anunciado que autoriza a sus seguidores a que promuevan esa anticonstitucional reforma de la Constitución que le permitiría volver a presentarse en 2013 y completar su conversión dictatorial.

Por supuesto, no lo tendrá fácil. Primero deberá pasar el corte del Tribunal Superior de Justicia de Venezuela, que de momento sólo ha interpretado la parte del 345 que no afecta a la doble propuesta de reforma constitucional en un mismo mandato. Y, segundo, tendrá que someter la reforma a referéndum y obtener el favor del electorado, algo que no será fácil teniendo en cuenta la anterior derrota, los recientes malos resultados electorales y, sobre todo, unos bajos precios internacionales del petróleo que le impiden comprar a la ciudadanía.

Sin embargo, no debemos dejarnos llevar por un falso optimismo. Chávez ya ha dado muestras de que está dispuesto a recurrir a las armas si fuera necesario. La bravuconada de las últimas elecciones en las que amenazaba con sacar los tanques a la calle tenía, en realidad, unos objetivos más a largo plazo de lo que en principio podía parecer: primero, ponía a sus seguidores sobre aviso sobre la necesidad de tomar el poder violentamente y, segundo, le permitía observar si los altos mandos del ejército mostraban resistencia o malestar ante sus proclamas golpistas.

Al final, la subversión de la separación de poderes que busca Chávez puede terminar quebrantando la paz social que la democracia y la alternancia en el poder pretenden perseguir. Esperemos que todos los grupos sociales del país tengan la suficiente sensatez como para evitarlo.

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