martes, 3 de febrero de 2009

La llaman 'la Juana de Arco brasileña'

Esto se publicó en el diario Página 12 de Buenos Aires:

Si a Dilma se le achaca no ser un animal político, no puede decirse que le falte un pasado novelesco y combativo. Durante la dictadura de Joao Goulart, esta mujer de hablar pausado y manos que gesticulan, por entonces estudiante en la Universidad Federal do Rio Grande do Sul, comenzó a militar en la organización de izquierda Política Operária. En 1967, se casó con un periodista, con el que luego integraría la disidencia armada.

Más tarde, entró a las filas de la Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares, uno de los dos principales grupos armados de ese país en la década del ’60. Junto con José Dirceu, a quien sucedió como jefa de Gabinete luego de que éste dejara el ministerio envuelto en acusaciones de corrupción, Rousseff es una de los dos funcionarios con pasado guerrillero que han integrado el gobierno de Lula.

La hija del abogado y empresario búlgaro-brasileño Pedro Rousseff tuvo un papel crucial en uno de los operativos más espectaculares de la guerrilla urbana en Brasil: el robo en 1969 a la caja fuerte del entonces gobernador de San Pablo, Adhemar de Barros, que guardaba 2,5 millones de dólares en la casa del hermano de su amante, en Río de Janeiro. El operativo fue coordinado por Rousseff y Carlos Franklin Paixao de Araújo, que más tarde se convertiría en el padre de la única hija de Dilma. Pero esta muchacha de clase media alta de Belo Horizonte no participó físicamente en el operativo. Su rol era tan importante que la cúpula dirigente nunca la enviaba al frente, asegura el semanario de centroderecha Veja. Stella, su nombre de guerra, tenía tanta información que su captura ponía en riesgo a toda la organización. Una de sus funciones habría sido decidir el tipo de armas que se usarían en cada operativo y dónde debían ser robadas. Cuando los militares la detuvieron en 1970, el oficial encargado de preparar la acusación contra Rousseff la describió como la “Juana de Arco de la guerrilla”. Sentenciada por un tribunal militar que le negó un abogado, fue enviada a la cárcel, donde permaneció tres años y fue torturada. La liberaron a fines de los ’70, se casó con Araújo y se estableció en Rio Grande do Sul.

Se doctoró en Economía en la Universidad de Campinas y se dedicó a participar en la reestructuración del Partido Trabajador Brasilero, que luego pasaría a llamarse Partido Democrático Trabajador. Fue secretaria de Energía durante el gobierno de Alceu Collares, en Río Grande do Sul y en 1999 se unió al PT.

En 2003, pasó a integrar el gobierno de Lula como ministra de Energía, un puesto clave para el desarrollo del país y en un ministerio completamente masculinizado, donde la entrada de una mujer fue vista con reticencia, a pesar de la buena gestión de Dilma en el área energética de Collares. No le resultó fácil: no bien llegó a Brasilia tuvo que hacerse cargo de la reorganización del sector eléctrico, destartalado luego de la crisis de racionamiento de energía del 2001. Pero su golpe de suerte llegó en 2005, cuando Dirceu tuvo que renunciar a la Jefatura de Gabinete y ella fue elegida para sucederlo. A partir de ese momento, Dilma estuvo en el centro de los planes más importantes para la economía y desarrollo brasileros: en 2006, su cartera anunció la construcción de siete usinas nucleares que atenuaran la permanente dependencia de Brasil del gas boliviano, esencial en la industria y el transporte del país, que sufre recurrentes crisis energéticas. Sin embargo, ese año, la ministra anunció también la total autosuficiencia petrolera de Brasil, que desde fines de los ’50 dependía de la importación de crudo, y que a partir del anuncio incluso empezó a exportarlo en cantidades nada despreciables.

El broche de oro llegó a fines de 2007 con el descubrimiento de una gigantesca reserva de petróleo en la cuenca de Santos, en el estado de San Pablo. El anuncio, que coincidió con el record histórico del precio del barril, fue realizado por Rousseff, lo que para los analistas constituyó un gesto político del presidente brasileño, que de esta forma la señalaba como su posible sucesora en 2010. El descubrimiento –el más importante en los últimos 20 años– desató la euforia en el país: se calcula que en 2014 el crudo descubierto podrá comercializarse, lo que convertiría a Brasil en el 10 productor de petróleo del mundo.

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