- Los consejos comunales fueron los primeros en informar sobre la pestilencia
- Los habitantes de Tinaquillo y Puerto Cabello denunciaron los casos de alimentos dañados en 2009. Más de un año después se hicieron las primeras detenciones en busca de culpables de una situación que todavía tiene consecuencias
Desde la autopista que lleva a San Carlos, capital de Cojedes, se ven las torres de contenedores arrumados en un terreno de Pdval, frente al destacamento de la Guardia Nacional. A lo lejos se leen, sin necesidad de graduar la vista, los nombres de las navieras a las que aún no les han sido devueltos: Hapag Lloyd, ZIM, Maersk, Hamburg, MSC, Nedlloyd, P&O.
Las puertas del terreno están cuidadosamente cerradas, pero las abren a cada momento para que entren y salgan carros y motos. Un trabajador se asoma por una rendija y dice que no puede declarar porque "la cosa ta’ fuerte". Mujeres y hombres hablan por radios y teléfonos y caminan, intranquilos, cerca de los furgones. Una funcionaria que se asoma por una ventana señala que no puede dar información y recomienda ir al Centro de Acopio Tinaquillo/Cojedes de Pdval, en la zona que todos conocen como La Hilandería, aunque desde 1992 ahí no se fabrica ni un carrete.
A 100 metros, unos hombres sentados alrededor de una mesa con teléfonos de alquiler dicen que esos contenedores tienen casi 2 años allí. El sudor les empapa la frente y las camisas, pero se toman su tiempo para recitar las noticias de la prensa local que hacen referencia a fosas que fueron cavadas por trabajadores de Pdval con la intención de enterrar alimentos podridos. Saben que con la comida no se juega.
La noticia sobre los productos alimenticios importados por el gobierno de Hugo Chávez, que nunca llegaron a los consumidores y se dañaron en el camino, se conoció con una estridencia nacional a principios de junio, pero en el interior del país, sobre todo en las zonas vecinas a los cementerios de contenedores, el tema lleva meses sonando como un murmullo.
La que fue durante 15 años la sede de la fábrica de tejidos Hilanderías Tinaquillo es ahora un enorme depósito de Pdval que surte a los estados centrales del país. La empresa se declaró en quiebra en 1992 y en 2005 se inició un ejercicio de cogestión entre el Estado y un grupo privado con la creación de la empresa Invetex que, 5 años después, ni siquiera ha comenzado a producir. El 1° de junio encontraron allí 800 contenedores con aceite y leche en polvo dañados. El Ministerio Público reconoció que el número ascendió a 1.260. Y este no era el primer capítulo de una historia de pestilencias.
Roberto González vive en una de las casas que están justo al frente del almacén de Pdval.
Viste una camisa roja con el logo del Consejo Legislativo de Cojedes, pero no trabaja ahí. Es miembro del PSUV y asume la labor de contraloría social alentada por el presidente Chávez.
Desde su programa de radio en Cojedeña 98.1 FM denunció en diciembre de 2009 los olores fétidos que salían desde el depósito de Pdval.
"Había un mosquero. A las 4:00 pm pegaba el mal olor por los alimentos descompuestos.
En ese momento vino una comisión de la Disip a investigar y hace 15 días el Sebin estuvo casi todos los días", dice González, que asegura que en los terrenos de la filial de Pdvsa no quedan ni la mitad de los contenedores que había antes. A su lado, Bertha Hernández afirma que últimamente no han percibido hedores extraños y su esposo aclara que es, tal vez, porque ya se acostumbraron.
Otra mujer se levanta de una hamaca colgada en el garaje donde mece el sopor de la tarde y se acerca a la reja del estacionamiento. Dice que es pensionada y por eso prefiere no decir su nombre. "Hace 10 o 12 meses olía muy feo porque quemaban pollos en mal estado.
Lo hicieron al menos tres veces", recuerda agazapada en la angustia de que nadie la vea.
En los bloques Buenos Aires que ya no son tan buenos está Miriam Pérez. Tiene 30 años viviendo ahí y dice que desde que se instaló el Pdval se siente, sobre todo en las noches, el olor a alimentos descompuestos. Un hombre que se come un yogur viendo por la ventana del segundo piso se une a la conversación: "En las noches huele a comida piche".
La edición de Cojedes del diario Notitarde publicó el 8 de junio que el alcalde peseuvista del municipio Falcón (donde está Tinaquillo), Carlos Añez, admitió que meses atrás envió una carta para pedir la inspección de los contenedores.
En febrero, el periódico Última semana que circula en la región abrió la primera página con un titular de punta a punta: "Cojedes, vertedero de la revolución". Faltaban tres meses para que se conocieran, también, otros vertederos.
En alerta. En Puerto Cabello, el que no trabaja en los muelles tiene un familiar allí. El temor a declarar es la norma. Bolipuertos es la gran empleadora en una ciudad que poco se beneficia del negocio de la importación: del casco histórico que queda a pocos metros y es una zona colonial con potencial turístico lo que quedan son las migajas.
Desde la sala de la casa de una integrante del consejo comunal que está cercano al puerto se ven las grúas de los muelles. Hasta esa misma sala llegaron los olores de alimentos descompuestos el año pasado.
"Agarraba el Pinolín y me agachaba en el baño para buscar de dónde salía la hediondez.
Fui a casa del vecino para averiguar y me dijo: `Es en el muelle que todo está podrido".
Un familiar de la mujer que no quiere identificarse fue testigo del proceso de abrir los contenedores: "Llegó pálida y vomitando a la casa, con unas botas hasta la rodilla, contándome que había pollos podridos y unos gusanos así de grandes", narra y muestra el dedo índice como medida del tamaño de los animales.
Fueron, precisamente, los consejos comunales cercanos al puerto los primeros en alertar sobre las irregularidades en la institución que dirige el Gobierno central.
A mediados de febrero de 2009, la Agencia Bolivariana de Noticias informó sobre la inspección de 120 contenedores con mercancía en abandono legal: el Ministerio de Salud y el Área de Control de Almacenamiento de Bienes Adjudicados del Seniat hallaron carne, pollo y leche en polvo dañados, circunstancia que los vecinos ya se habían olido.
Aura Montero, diputada de la Comisión de Contraloría del Consejo Legislativo de Carabobo, recuerda que una de las primeras denuncias que hizo ante el Seniat -junto con las parlamentarias Neidy Rosal y Karelys Lizarraga- fue la de 50 contenedores con cerca de 28.000 litros de leche cada uno que se dañaron entre enero y febrero de 2009. Los consejos comunales porteños fueron los que las alertaron. Sin embargo, el 20 de marzo de 2009, Saúl Ortega, diputado del PSUV por Carabobo en la Asamblea Nacional, desestimó la información y el Poder Legislativo tampoco inició una investigación.
Montero recuerda que cada vez que iban al Seniat a denunciar la situación les decían que esos casos habían pasado a la Comisión Presidencial para la Disposición Final de Mercancías Legalmente Abandonadas en las Aduanas de Venezuela, que está integrada por funcionarios del Seniat y de los ministerios de Finanzas e Industrias Ligeras y Comercio.
Ninguna de estas noticias tuvo eco en Caracas; nadie fue señalado como responsable. Eso fue antes de que se conociera, hace un mes, que el país es un campo minado de contenedores y de que la Fiscalía detuviera a 3 personas, incluido Luis Pulido, ex presidente de Pdval.
Otro miembro del consejo comunal cercano a los muelles lamenta que sea imposible hacer la contraloría social que les manda la ley y les exige el presidente Chávez. "A los consejos comunales no nos toman en cuenta. Si nos dejaran, nosotros haríamos contraloría del puerto y tendríamos hasta fotos de los contenedores. Desde que arrancó Bolipuertos todo es un misterio. A mí me prepararon tanto que soy un cuchillo de doble filo para la revolución.
Esto es decepcionante".
EL NACIONAL
Lean de Laura Castillo: "La destrucción de la cultura".
Las puertas del terreno están cuidadosamente cerradas, pero las abren a cada momento para que entren y salgan carros y motos. Un trabajador se asoma por una rendija y dice que no puede declarar porque "la cosa ta’ fuerte". Mujeres y hombres hablan por radios y teléfonos y caminan, intranquilos, cerca de los furgones. Una funcionaria que se asoma por una ventana señala que no puede dar información y recomienda ir al Centro de Acopio Tinaquillo/Cojedes de Pdval, en la zona que todos conocen como La Hilandería, aunque desde 1992 ahí no se fabrica ni un carrete.
A 100 metros, unos hombres sentados alrededor de una mesa con teléfonos de alquiler dicen que esos contenedores tienen casi 2 años allí. El sudor les empapa la frente y las camisas, pero se toman su tiempo para recitar las noticias de la prensa local que hacen referencia a fosas que fueron cavadas por trabajadores de Pdval con la intención de enterrar alimentos podridos. Saben que con la comida no se juega.
La noticia sobre los productos alimenticios importados por el gobierno de Hugo Chávez, que nunca llegaron a los consumidores y se dañaron en el camino, se conoció con una estridencia nacional a principios de junio, pero en el interior del país, sobre todo en las zonas vecinas a los cementerios de contenedores, el tema lleva meses sonando como un murmullo.
La que fue durante 15 años la sede de la fábrica de tejidos Hilanderías Tinaquillo es ahora un enorme depósito de Pdval que surte a los estados centrales del país. La empresa se declaró en quiebra en 1992 y en 2005 se inició un ejercicio de cogestión entre el Estado y un grupo privado con la creación de la empresa Invetex que, 5 años después, ni siquiera ha comenzado a producir. El 1° de junio encontraron allí 800 contenedores con aceite y leche en polvo dañados. El Ministerio Público reconoció que el número ascendió a 1.260. Y este no era el primer capítulo de una historia de pestilencias.
Roberto González vive en una de las casas que están justo al frente del almacén de Pdval.
Viste una camisa roja con el logo del Consejo Legislativo de Cojedes, pero no trabaja ahí. Es miembro del PSUV y asume la labor de contraloría social alentada por el presidente Chávez.
Desde su programa de radio en Cojedeña 98.1 FM denunció en diciembre de 2009 los olores fétidos que salían desde el depósito de Pdval.
"Había un mosquero. A las 4:00 pm pegaba el mal olor por los alimentos descompuestos.
En ese momento vino una comisión de la Disip a investigar y hace 15 días el Sebin estuvo casi todos los días", dice González, que asegura que en los terrenos de la filial de Pdvsa no quedan ni la mitad de los contenedores que había antes. A su lado, Bertha Hernández afirma que últimamente no han percibido hedores extraños y su esposo aclara que es, tal vez, porque ya se acostumbraron.
Otra mujer se levanta de una hamaca colgada en el garaje donde mece el sopor de la tarde y se acerca a la reja del estacionamiento. Dice que es pensionada y por eso prefiere no decir su nombre. "Hace 10 o 12 meses olía muy feo porque quemaban pollos en mal estado.
Lo hicieron al menos tres veces", recuerda agazapada en la angustia de que nadie la vea.
En los bloques Buenos Aires que ya no son tan buenos está Miriam Pérez. Tiene 30 años viviendo ahí y dice que desde que se instaló el Pdval se siente, sobre todo en las noches, el olor a alimentos descompuestos. Un hombre que se come un yogur viendo por la ventana del segundo piso se une a la conversación: "En las noches huele a comida piche".
La edición de Cojedes del diario Notitarde publicó el 8 de junio que el alcalde peseuvista del municipio Falcón (donde está Tinaquillo), Carlos Añez, admitió que meses atrás envió una carta para pedir la inspección de los contenedores.
En febrero, el periódico Última semana que circula en la región abrió la primera página con un titular de punta a punta: "Cojedes, vertedero de la revolución". Faltaban tres meses para que se conocieran, también, otros vertederos.
En alerta. En Puerto Cabello, el que no trabaja en los muelles tiene un familiar allí. El temor a declarar es la norma. Bolipuertos es la gran empleadora en una ciudad que poco se beneficia del negocio de la importación: del casco histórico que queda a pocos metros y es una zona colonial con potencial turístico lo que quedan son las migajas.
Desde la sala de la casa de una integrante del consejo comunal que está cercano al puerto se ven las grúas de los muelles. Hasta esa misma sala llegaron los olores de alimentos descompuestos el año pasado.
"Agarraba el Pinolín y me agachaba en el baño para buscar de dónde salía la hediondez.
Fui a casa del vecino para averiguar y me dijo: `Es en el muelle que todo está podrido".
Un familiar de la mujer que no quiere identificarse fue testigo del proceso de abrir los contenedores: "Llegó pálida y vomitando a la casa, con unas botas hasta la rodilla, contándome que había pollos podridos y unos gusanos así de grandes", narra y muestra el dedo índice como medida del tamaño de los animales.
Fueron, precisamente, los consejos comunales cercanos al puerto los primeros en alertar sobre las irregularidades en la institución que dirige el Gobierno central.
A mediados de febrero de 2009, la Agencia Bolivariana de Noticias informó sobre la inspección de 120 contenedores con mercancía en abandono legal: el Ministerio de Salud y el Área de Control de Almacenamiento de Bienes Adjudicados del Seniat hallaron carne, pollo y leche en polvo dañados, circunstancia que los vecinos ya se habían olido.
Aura Montero, diputada de la Comisión de Contraloría del Consejo Legislativo de Carabobo, recuerda que una de las primeras denuncias que hizo ante el Seniat -junto con las parlamentarias Neidy Rosal y Karelys Lizarraga- fue la de 50 contenedores con cerca de 28.000 litros de leche cada uno que se dañaron entre enero y febrero de 2009. Los consejos comunales porteños fueron los que las alertaron. Sin embargo, el 20 de marzo de 2009, Saúl Ortega, diputado del PSUV por Carabobo en la Asamblea Nacional, desestimó la información y el Poder Legislativo tampoco inició una investigación.
Montero recuerda que cada vez que iban al Seniat a denunciar la situación les decían que esos casos habían pasado a la Comisión Presidencial para la Disposición Final de Mercancías Legalmente Abandonadas en las Aduanas de Venezuela, que está integrada por funcionarios del Seniat y de los ministerios de Finanzas e Industrias Ligeras y Comercio.
Ninguna de estas noticias tuvo eco en Caracas; nadie fue señalado como responsable. Eso fue antes de que se conociera, hace un mes, que el país es un campo minado de contenedores y de que la Fiscalía detuviera a 3 personas, incluido Luis Pulido, ex presidente de Pdval.
Otro miembro del consejo comunal cercano a los muelles lamenta que sea imposible hacer la contraloría social que les manda la ley y les exige el presidente Chávez. "A los consejos comunales no nos toman en cuenta. Si nos dejaran, nosotros haríamos contraloría del puerto y tendríamos hasta fotos de los contenedores. Desde que arrancó Bolipuertos todo es un misterio. A mí me prepararon tanto que soy un cuchillo de doble filo para la revolución.
Esto es decepcionante".
EL NACIONAL
Lean de Laura Castillo: "La destrucción de la cultura".
No hay comentarios:
Publicar un comentario